jueves, 5 de marzo de 2009

LA ARQUITECTURA DEL HIERRO Y DEL CRISTAL

La arquitectura del hierro y del cristal ha sido una auténtica revolución, tanto desde el punto de vista de los materiales como de las formas arquitectónicas o sus motivos. Se construirán en hierro y cristal torres, invernaderos, mercados, naves, fábricas, etc., lugares donde se necesitan grandes espacios diáfanos: grandes almacenes, kioscos, bocas de metro, estaciones; todos ellos lugares funcionales, todo un repertorio de nuevas formas que influirán decisivamente en la arquitectura actual y que surgen de las necesidades de la nueva sociedad capitalista e industrial.
Henri Labrouste (1801-1875) es uno de los arquitectos que primero utilizan el hierro y el cristal como material de construcción, hace la Biblioteca de Santa Génova y la sala de lectura de la Biblioteca Nacional de París.


La Biblioteca de Santa Génova de Henri Labrouste
Víctor Baltrad (1805-1874) también trabaja con hierro y cristal. Su especialidad son los invernaderos como el mercado de Les Halles Central de París.

Joseph Paxton, Palacio de Cristal de Londres. El nuevo material le permite realizar auténticos alardes de ingeniería.

Palacio de cristal de Joseph Paxton


Joseph Paxton
Pero el arquitecto más famoso es Gustave Eiffel (1832-1923) que construyó la célebre torre de París para la Exposición Universal de 1900, toda ella de hierro, los puentes de Oporto y Burdeos, la estación de Budapest y el elevador de Santa Justa, en Lisboa. Crea una escuela que se caracteriza por las estructuras de hierro con vigas entrecruzadas.
El hierro permite la aparición del rascacielos. Los primeros se construyen en Chicago y tiene claro su carácter comercial. Tras el incendio de 1871, que arrasó todo el centro urbano, se pudo reconstruir la ciudad según planos nuevos. Son edificios dedicados a grandes almacenes, o son sus plantas bajas las que se dedican al comercio, dejando las altas para vivienda. En Chicago construirán arquitectos como William Holabrid, Daniel Burnham y John Root. Los edificios más emblemáticos son los almacenes Marshall Fiel de Henry Hobson Richardson y el auditorio de Chicago de Louis Henry Sullivan. En 1885 William le Baron Jenney construye el primer rascacielos, el hormigón armado es el alma del edificio, y fue posible gracias a la invención en 1857 del ascensor mecánico.
Las posibilidades arquitectónicas del hierro anuncian el racionalismo que será el estilo arquitectónico del siglo XX. Los rascacielos se extiende por todo el mundo, si bien la ciudad que se distinguirá por ello será Nueva York.
En España destaca Ricardo Velázquez Bosco (1843-1923): Palacio de Cristal, estación de Atocha.


Obra de Ricardo Velázquez Bosco

Estació de Atocha por Ricardo Velázquez Bosco

EL MODERNISMO

El modernismo surge por la evolución del eclecticismo y el historicismo. Es un arte burgués, muy caro, que intenta integrar en la arquitectura todo el arte y todas las artes. El modernismo es una corriente esencialmente decorativa, aunque posee soluciones arquitectónicas originales. Se desarrolla a caballo entre los siglos XIX y XX.
El modernismo deja de lado las soluciones que la revolución del hierro y del cristal aportan a la arquitectura, aunque se sirve de la industria para la decoración de interiores y las forjas de las rejerías, etc. Sus formas son blandas y redondeadas, aunque no es esto lo característico del modernismo, sino la profusión de motivos decorativos.
La influencia del modernismo arquitectónico se deja sentir en la arquitectura actual, la de los años 80 y 90 de siglo XX.
El modernismo como tal, nace en Bélgica de la mano de Van de Velde y Víctor Horta, aquí se llama art nouveau. Henry Clemens van de Velde (1863-1957) es uno de los primeros modernistas. Construye la casa Bloemenwert, pero lo más interesante es el diseño de su decoración. Tiene influencias del expresionismo alemán, y son típicos sus tejados ondulados. Víctor Horta (1861-1947) es el más puro de los modernistas, y el más representativo. También son típicos sus tejados ondulados así como sus fachadas, que provocan un juego de luces y sombras muy decorativo; que recuerdan al barroco. Descubre las posibilidades del hierro, en el que crea grandes forjas. Los elementos decorativos de su arquitectura se curvan, asemejando la vegetación natural. Obra suya es la escalera de la calle Paul-Emile Janson en Bruselas, y múltiples kioscos de hierro y bocas de metro lujosamente decoradas. También hizo la casa Solvay en Bruselas. Lo más característico de esta casa son sus interiores lujosamente decorados y muy recargados, con lámparas, papel pintado y vidrieras; todo de diseño. Otras obras suyas son las casas Tassel, Solvay y del Pueblo, el palacio de Bellas Artes, en Bruselas y el Gran Bazar de Fráncfort.
William Morris (1834-1896) es otro de los grandes modernistas, de origen inglés. Su modernismo no cae en los excesos decorativos, es el más sobrio del movimiento, aunque continúa siendo recargado. Sobre todo diseña muebles y pequeños utensilios cotidianos.
Otro inglés es Charles Rennie Mackintosh (1868-1928) que es uno de los más grandes modernistas. Sus planteamientos son originales y aportan nuevas soluciones a sus problemas arquitectónicos. Son características las formas prismáticas y octogonales. Mackintosh es el arquitecto modernista más sobrio en los exteriores, lo que le vale ser un precursor del racionalismo. Diseña muebles y joyas, y construye la Escuela de Arte de Glasgow


Obra de Victor Horta

Gaudí y el modernismo en España
El movimiento modernista también tiene en España representantes de talla internacional. El más destacado de todos ellos, por su originalidad, es Antonio Gaudí (1852-1926), uno de los arquitectos más personales y originales del movimiento. Gaudí pone la decoración que define al modernismo en el exterior del edificio. Esta característica le hace ser un personaje singular y aislado dentro del movimiento. Su imaginación para la decoración exterior es desbordante. Utiliza profusamente los juegos de curvas y contracurvas, las luces y las sombras. Sus soluciones son tan originales que en muchas ocasiones supera los límites del modernismo e influye, claramente, en la arquitectura de los años 80 y 90 del siglo XX.
Gaudí, en su primera etapa, tiene tendencias historicistas, e incluso nacionalistas de estilo neomudéjar. De esta primera etapa son la casa Vicens, el palacio episcopal de Astorga, la finca Güell, el Capricho de Comillas, y la casa de Botines en León. En una segunda etapa, ya más personal, recibe la influencia del arte africano y de los pueblos primitivos, sobre todo árabes, la naturaleza y las formas de Capadocia. Esta influencia se puede ver en el parque Güell.
A Gaudí se le ha considerado, en ocasiones, como el último artesano medieval, ya que no recurría a la industria para solucionar sus problemas arquitectónicos, sino que daba respuestas concretas y originales a problemas específicos, elaborando las piezas de manera única. Proyecta sus edificios como casi como esculturas. Los muebles, los mosaicos, las rejerías, todos los detalles finales salen de su propia mano. Utiliza escasamente el hierro, sólo en sus fabulosas rejerías.
El parque Güell es una de sus obras más originales. Es, en realidad, un proyecto para una ciudad jardín, pero se queda en su preparación. Para la decoración de todos los motivos usa la cerámica rota, que pega a modo de mosaico. Utiliza como recurso las columnas inclinadas, para dirigir el peso, así como arcos y arbotantes con distintos ritmos, dando al conjunto una apariencia caótica, casi expresionista. La casa de Felipe Batlló es otra de sus obras más representativas. En ella se ven claramente sus tendencias expresionistas. Los volúmenes asemejan cuerpos de animales.
La casa Milá es una de sus obras más conocidas e internacionales. Asombra su decoración de guerreros, sus luces y sus sombras y las diferentes texturas que se observan.
Pero la obra más significativa de Gaudí es la Sagrada Familia, su último encargo, que dejó inacabado, pero que es una auténtica antología de toda su obra, y su edificio más conocido.
Además de Gaudí hay en España otros arquitectos modernistas de importancia, mucho más clásicos, que trabajan en todo el país, aunque principalmente en Barcelona y Melilla. Melilla es, tras Barcelona, la ciudad de España que más edificios modernistas concentra, gracias a la labor de un discípulo de Gaudí, Enrique Nieto, que se afincó en Melilla debido a lo difícil que era trabajar en Barcelona. Entre estos arquitectos destacan Lluis Doménech i Montaner (1850-1923), que construye el Palacio de la Música de Barcelona, Josep Puig i Cadafalch (1867-1956), casa Martín, Los cuatro gatos, Enric Sagnier, Alexandre Soler i March y Francesc Guardia i Vial.
Tras la marea modernista se retoma el nacionalismo arquitectónico con Antonio Palacios (1876-1945): Banco Central, Casa de Correos, Antonio Flórez (1877-1941): Residencia de Estudiantes, Teodoro Anasagasti (1880-1918): Real Cinema, cine Monumental, Modesto López Otero (1885-1962): Ciudad Universitaria de Madrid. Incluso encontramos regionalismos como, en Cantabria Leonardo Rucabado, en el País Vasco Manuel María Smith, en Aragón Ricardo Magdalena y Félix Navarro, y en Andalucía Aníbal González. La siguiente generación, al recuperar el nacionalismo, encontró el estilo herreriano, lo que les acerca al racionalismo. Destacan Secundino Zuazo (1887-1970): Nuevos Ministerios, y Gutiérrez Soto: Ministerio del Aire.

Obra de Gaudí



Obra de Josep Puig i Cadafalch
Obra de Teodoro Anasagasti

El modernismo: Pintura y escultra
El modernismo no se ocupó de la pintura más que en su dimensión de escenas decorativa que complementa a la arquitectura. El modernismo se caracteriza por la ostentación decorativa. Trabaja, fundamentalmente, la vidriera y el papel pintado, así como el cartel para espectáculos. Es un arte comprometido con la revolución industrial. El modernismo es, ante todo, un arte decorativo.
La vidriera es lo más característico de la pintura modernista. Utiliza colores planos, cristales grandes y vidrieras de poco peso. Su actitud decorativa es tan radical que en otros países el modernismo se llama art decó, estilo moderno, Sezessión o art nouveau.
El papel pintado, reproducido en grandes cantidades por la industria, se usó para recubrir las paredes, y algunos pintores modernistas se ocuparon de él. El modernismo es un arte muy caro, al que sólo podía acceder la burguesía, y por lo tanto refleja el gusto burgués. Se caracteriza por el color, la fantasía y la riqueza, con un toque esnob y hortera.
El cartel es el otro gran motivo modernista. Sirve para anunciar los espectáculos a los que asiste la burguesía, pero también de propaganda política e ideológica, y de anuncio de productos industriales. El gran cartelista es Toulouse-Lautrec, que ejercerá su influencia durante mucho tiempo.
La arquitectura es el arte donde se engloban todas las artes, y todas están subordinadas a ella: rejería, cerámica, escultura y, por supuesto, pintura. Su sentido decorativo le lleva a potenciar el dibujo geométrico y la decoración abstracta. No existe una clara separación entre artes mayores y menores, por lo que la cerámica, la orfebrería y el diseño de muebles entran dentro del arte modernista con pleno derecho.
Predominan los temas naturales, flores y pájaros que se repiten a lo largo del plano, los motivos japoneses, los arabescos y las formas contrastadas.
De los grandes pintores modernistas Gustav Klimt (1862-1918) es el más representativo: El beso, La espera, La primavera, Judith. Pero también están Egon Schiele: Mujer con dos niños, Max Klinger: Cristo en el Olimpo, Franz von Stuck: La guerra, Alfons Mucha: Medea, ilustra libros, Henri Jacques Edouard Evenepoel: El español en París, Theodore van Rysselberghe: La lectura, Aubrey Beardsley: ilustraciones para libros, William Morris: La reina Ginebra, y Henry Clemens van de Velde.
En España destacan Ramón Casas: etiqueta de Anís el mono, Cabeza de un bandolero, La carga, cartel de Codorniú, Santiago Rusiñol: Jardín de Aranjuez, Escaleras del Generalife, Joaquín Sunyer: Paisaje de Mallorca, Hermenegildo Anglada i Camarasa: En el baile, Joan Brull: Las ninfas, Ricard Canals:Un palco en los toros, Xavier Gosé: Señoras con sombrero, José María Sert i Badia y Miguel Utrillo. La mayoría de ellos son catalanes, ya que el modernismo arraiga, sobre todo, en Barcelona.
Como cartelistas destacan Theophile Alexandre Steinlen, Jules Cheret, y Leonetto Cappiello.

La escultura
Curiosamente, la escultura modernista no está muy desarrollada, en realidad se trata de un uso de la escultura simbolista en los edificios modernistas. Trabajan para los arquitectos todos los grandes escultores, pero la escultura no tiene cabida dentro de una casa. Sí destaca, en cambio, el diseño de joyas y muebles y las porcelanas, en las que destaca Lambert Escalé, Busto, y Pierre Roche.

EL SIMBOLISMO

Durante la misma época en la que se desarrolla el impresionismo aparece otra escuela que mantiene los supuestos estéticos del academicismo neoclásico, aunque hace con ellos una nueva lectura. Si el impresionismo rompe con la estética clásica, el simbolismo rompe con su significado. Esta será una constante en el arte del siglo XX: la coexistencia en el tiempo de varias escuelas con supuestos estéticos diferenciados. Se recupera el símbolo en la pintura, se retoma el mito y se hace necesaria una explicación literaria del significado del cuadro, sin la cual no se entendería.
Su distintivo pictórico es la sutileza del colorido y su mensaje narrativo, de un idealismo espiritual. La poesía y la fantasía son las fuentes de inspiración. Sus obras tienen reconocimiento tras la exposición del Café Volpini en 1889.
Son los últimos pintores románticos, y su obra es muy críptica. Aunque son rabiosamente figurativos, sus figuras no responden a modelos reales de la naturaleza sino a imágenes inventadas. Son herederos directos de los prerrafaelitas ingleses como Walter Crane: Los caballos de Neptuno, y tendrá continuidad en la escuela de Pont-Aven y los nabís, además de en el surrealismo.

Simbolistas

Gustave Moreau (1826-1898) es un gran dibujante y de gran virtuosismo técnico. Es un narrador de sueños y extrañas visiones. La fuente de inspiración principal es la mitología. La aparición, El rapto de Europa, Orfeo, Edipo, Salomé, Galatea, La Esfinge.



En esta obra representa la esfinge


Odilón Redón (1840-1916) es el más puro de los simbolistas. Representa lo mágico, lo visionario y lo fabuloso. El sueño, La Esfinge, El nacimiento de Venus, Las flores del mal, Mujer y flores.

En esta obra representa la mujer
Pierre Puvis Chavannes (1824-1898) es el más idealista del grupo. Utiliza tintas planas, subordinadas a un buen dibujo. El pobre pescador, Bosque sagrado, Musas inspiradoras.

En esta obra representa el pescador

Otros simbolistas son Carlos Schwabe es un pintor de gran imaginación para plasmar imágenes oníricas. Es precursor del modernismo. Spleen e ideal, La boda del poeta y la musa. Edward Robert Huget: Un idilio de sueño, William Blake: Ilustraciones para la Divina Comedia, y H. J. Draper: Lamento de Ícaro.
La escultura El simbolismo posee una estética más académica, y se presta más a las realizaciones escultóricas de vanguardia. Junto con Rodin destacan Aristide Maillol (1861-1944), que es el gran maestro de la escultura simbolista. La noche, Isla de Francia, Flores en la pradera, Venus, Flora, El río. También destacan Adolf von Hildebrand, Estatua ecuestre del príncipe regente, Medardo Rosso, Niño enfermo, Cabeza de niño, Emile-Antoine Bourdelle, Hércules arquero.

La escuela de Pont-Aven y los nabís
Desde 1873 la villa de Pont-Aven es frecuentada por los alumnos de la Escuela de Bellas Artes de París. En 1886 llega Gauguín y en 1888 se instala un grupo de pintores dispuestos a seguir sus enseñanzas al margen de la Academia. Participan en la exposición del Café Volpini en 1889. Ese mismo año, Gauguín marcha para Tahití y el grupo se desvanece.
Sus obras se caracterizan por el uso libre del color, pueden pintar la hierba roja si así lo sienten. El color se aplica en grandes manchas y con tintas planas. Utilizan el cloisonismo, técnica que consiste en encerrar los colores planos por gruesas líneas negras, a la manera de las vidrieras medievales y las estampas japonesas. El resultado es una obra altamente decorativa. En esta forma de pintar ha influido mucho el conocimiento del arte primitivo y las estampas japonesas. Existe una voluntad de sintetizar las formas. Son una síntesis entre el estilo impresionista y el simbolista por lo que pueden ser considerados simbolistas, por su espíritu.
Entre los pintores más destacados de Pont-Aven están Emile Bernard: Bretones bailando en la pradera, Charles Laval: Autorretrato, Jacob Isaac Meyer Haan: Bretonas tejiendo cáñamo, Paul Serusier: Naturaleza muerta con escalera, Claude-Emile Schuffenecker: Los acantilados de Concarneau, Cuno Amiet, Louis Anquetin y Roderico O’Connor.
Los nabís son seguidores de las ideas estéticas de la escuela de Pont-Aven, pero no pertenecen a la Academia, o son desertores. Nabís significa profetas, en hebreo. Intentaron que el impresionismo se acercase al simbolismo, por lo que se les puede considerar simbolistas. Su concepción estética es fundamentalmente decorativa, por lo que lo que se plasma en el cuadro es un juego de sensaciones, más que una construcción intelectual. Utilizan colores planos, con un gran sentido estético. Tienen una libertad absoluta a la hora de utilizar el color y las composiciones. Usaron todo tipo de materiales en sus cuadros, pintura, cola, cartón, etc., para diferenciar texturas, pero sin llegar al colage. Proyectaron vidrieras y usaron litografías y grabados para expresarse. Decoraron teatros, portadas de libros, revistas y cualquier cosa que les solicitasen, trabajando por encargo. Esto implicó, por un lado que sus obras fuesen ampliamente conocidas y por otro que no fuesen únicas, sino que se imprimían y repetían, dando a la obra de arte una nueva dimensión. La obra de arte deja de ser única. A pesar de ello no crearon escuela.
Entre los nabís destacan pintores como Pierre Bonnard: Retrato de Nathanson y la señora Bonnard, Edouard Vuillard: Autorretrato, Maurice Denis: Paisaje con árboles verdes, Félix Valloton: La lectora, Ker Xavier Roussel: Montones junto al mar, Henri-Gabriel Ibels, y Paul Ranson. También pueden considerarse nabís los tres grandes simbolistas, Moreau, Redon y Chavannes


Esta obra es de Emile Bernard: Bretones bailando en la pradera
Esta obra es de Claude-Emile Schuffenecker: Los acantilados de Concarneau

EL IMPRESIONISMO

El impresionismo surge de la lucha entre la pintura romántica y la realista. Hunde sus raíces en la escuela de Barbizón y los grandes paisajistas como Corot, Courbet, Millet y Boudin, que dan mayor importancia a la luz y el color. Asimilaron mucho de la escuela realista, coincidiendo con Courbet en que «la pintura es arte concreto y debe representar cosas reales y existentes», pero surgieron como reacción a las imposiciones académicas existentes. A partir del impresionismo la concepción de la obra de arte es totalmente diferente a la que había surgido en el Renacimiento.
Los impresionistas tienen un nuevo concepto del artista. Salen de su estudio y pintan directamente de la realidad. Debido a esto, la ejecución de un cuadro impresionista es muy rápida, ya que se trata de captar el instante irrepetible de luz en el paisaje. Este nuevo tipo de artista se fundamenta en el genio individual que vive de su arte, y que debe vender sus cuadros realizando exposiciones, por lo que depende de los marchantes, los coleccionistas y las galerías. El artista deja el taller para pintar directamente ante la naturaleza.
El impresionismo es un movimiento exclusivamente pictórico, por su concepción, aunque se aplica, un poco abusivamente, a otras artes cuando los autores pretenden apelar a las sensaciones que producen sus obras. El cuadro impresionista implica una construcción visual y mental de la figura, lo que determina una nueva actitud ante la obra de arte: activa en lugar de pasiva. Aplican el color en pinceladas sueltas y colores puros, sin mezclarlos en la paleta. El ojo es el que debe mezclar los colores. Su técnica se caracteriza por la pincelada suelta, creativa y definitiva. El dibujo desaparece, en favor de las manchas de color que abocetan la figura. Sus temas principales son el paisaje y el cuerpo humano, pero su sello definitivo se encuentra en el tratamiento de la luz y el color, todo ello desde el punto de vista de la burguesía, de su ocio. Los impresionistas tratan el color de una manera científica, según las teorías de Michel Eugène Chevreul de los colores primarios, complementarios, fríos, cálidos y las sensaciones que produce su combinación. Gracias a ello descubren que se pueden crear contrastes poniendo juntos colores de diferentes características, lo que les permite crear sensación de sombra utilizando color, en lugar de negro. Hermann von Helmholtz publica Óptica fisiológica, Daguerre y Niepce publican en 1839 sus descubrimientos sobre la fotografía y Darwin El origen de las especies. Además, la industria está preparada para proporcionar a los pintores una amplia gama de colores a precios baratos. En sus cuadros los impresionistas tratan de atrapar la atmósfera, para lo que eliminan el dibujo y potencian la luz solar y la perspectiva aérea.
Los impresionistas surgen como grupo en 1874, en la exposición del Salón de los Rechazados (rechazados de los museos oficiales). El crítico francés Louis Leroy les llama despectivamente impresionistas, por el cuadro de Monet Impresión: sol naciente, y ellos asumen el nombre. La capital del arte pasa, definitivamente, de Roma a París.
Velázquez y Goya pueden considerarse precursores del impresionismo en alguno de sus cuadros. Los impresionistas tratan de compaginar el color y la atmósfera con la volumetría matemática. Su tema principal es el paisaje, del que hacen series sobre un mismo motivo capturando la luz de las diferentes horas del día. Renuncian al dibujo utilizando manchas de color. También pintan temas de la vida cotidiana, sobre todo el tiempo de ocio de la burguesía. Para la mayoría de los pintores de este movimiento el impresionismo sólo fue una etapa de su obra.







Los impresionistas


Edouart Manet (1832-1883) está considerado como el precursor del impresionismo, más que por su técnica por su actitud ante la obra de arte, siempre escandalosa. Merienda en la hierba o Almuerzo campestre, Un bar en el Folies-Bergère, Música en el jardín del las Tullerías y La Olimpia, ambas obras provocaron el escándalo por mostrar desnudos en situaciones cotidianas de la burguesía, y El pífano una obra extraordinaria que recuerda, en su tratamiento del fondo y su composición a la de Velázquez El bufón Pablo de Valladolid.





Camile Pissarro (1803-1903) fue el pintor que más se acercó a la naturaleza. Es uno de los grandes paisajistas del movimiento: El lavadero, La estación de Perge, Huerto en flor.





Claude Monet (1834-1906) es, probablemente, el pintor impresionista más reconocido, lleva al movimiento a su más alta significación. Entre sus obras destacan Impresión: sol naciente, La Grenouillère, y las series de la catedral de Rouen, La estación de San Lázaro y de las Ninfeas.








Alfred Sisley (1839-1899) es uno de los fundadores del impresionismo. Sus cuadros son discretos, pero encarna todas las características del estilo. Retrata la realidad sin efectismos. El canal, Nieve en Louveciennes, Campo de trigo cerca de Argenteuil, La presa de Molesey.





cuadro pintado por Alfred sisley (el canal)


Edgar Degás (1834-1917) fue un impresionista atípico. Era un buen dibujante, y en sus cuadros utiliza abundantemente el blanco y el gris. Sus temas favoritos son las bailarinas y los espectáculos nocturnos, en su dimensión más cotidiana y menos espectacular, las carreras de caballos, los paisajes urbanos, desnudos y retratos. No pintó al aire libre. Entre sus obras destacan Bailarinas preparándose para el ballet, Los jóvenes espartanos, Escenas del ballet «Roberto y el Diablo», Dos bailarinas en el escenario, Retrato de Edmond Duranty, Después del baño, Bañista arreglándose el pelo.





Pierre Auguste Renoir (1814-1919) es uno de los más puros impresionistas. Sus motivos son el tiempo de ocio de la burguesía, los bañistas y el cuerpo femenino y también los interiores. Dejó el impresionismo a los cuarenta años, cuando se dio cuenta que había llegado a un callejón sin salida. Obras suyas son El palco, Baile en el Molino de la Galette, Dama tocando el piano, El concierto, La bailarina, Mujer desnuda secándose los pies, La lavandera.








Paul Cézanne (1839-1906) tiene una larga y variada trayectoria como pintor. Para él el impresionismo sólo es una época de su vida, y nos los encontraremos en el posimpresionismo: La casa de Zola en Medan.








Monet, Sisley y Pissarro son los pintores ortodoxos por excelencia. Pintan paisajes del natural. El cuadro de Monet Impresión: sol naciente es el cuadro típico del impresionismo. Al igual que en la escuela de Barbizón trabajan en la naturaleza, en los bosques de Fontainebleau. Otros impresionistas menos conocidos son Frédéric Bazille: Reunión de familia, Gustave Caillebotte: Tejados nevados, Armand Guillaumin: Montmartre, Maurice Urtrillo: Molino de la Galette, y Berta Morisot, una de las pocas mujeres que hasta ahora han destacado en la historia del arte: Vista de París desde la colina del Trocadero, Retrato de la madre y la hermana, La cuna.
El impresionismo prende con tal fuerza que en poco tiempo se extiende por todo el mundo, aunque por supuesto fuera del arte académico. En Alemania destacan Lovis Corinth: Ecce Homo, y Max Liebermann: Jugadores de polo. En Bélgica están Henri de Braekeller: El restaurador de cuadros, Guillaume Vogels: La plaza de armas de Ostende, y James Ensor: Tarde en Ostende, más conocido como expresionista. En Inglaterra trabajarán muchos de los artistas franceses, durante la guerra franco-prusiana. Destacan Walter Richard Sickert: El sombrero azul, y Philip Wilson Steer: Muchachas corriendo en la escollera. En Italia destacan Giovanni Boldini: Retrato de Cléo de Mérode, y Federico Zandomeneghi: Niña durmiendo. En Noruega sobresale Frits Thaulow: Escena de canal en invierno. En Suecia destaca Ernst Josephson: Bosque y tañedor de arpa. En Rusia encontramos a Ílich Isaac Leviatán: Otoño dorado. E incluso en Estados Unidos tenemos pintores impresionistas como Childe Hassam: Washington Arch en primavera, y Julián Alden Weir: Paisaje. Todos ellos trabajaron en París en algún momento de su vida, donde entraron en contacto con los grandes impresionistas.
En España Joaquín Sorolla (1863-1923) es el pintor impresionista más representativo, y el único impresionista no francés de talla internacional. Trabaja en Levante, con la luz del Mediterráneo, por eso sus cuadros tienen un color y una luz muy vivos. Nadadores, Y aún dicen que el pescado es caro..., Cosiendo la vela, Después del baño, Sol de tarde, Saliendo del baño, En la playa y Niño en la playa. Otros impresionistas españoles son Aureliano de Beruete: Orillas del Manzanares, Joaquín Mir: Cala encantada, Francisco Oller: El estudiante, y Darío de Regoyos: Redes tendiéndose al sol.


La escultura


No existe escultura impresionista como tal, ya hemos visto que el impresionismo atiende a la luz y el color. Sin embargo, algunos pintores impresionistas realizan esculturas con un aspecto similar al de sus cuadros. Destacan entre todos Gauguín, Degás, que esculpe bailarinas y Renoir que realiza relieves.
Sin embargo, el escultor considerado impresionista, por excelencia, es Auguste Rodin, (1840-1917) el escultor más grande de la época. Tendrá una etapa simbolista. La edad del bronce, El pensador, La mano de Dios, Los burgueses de Calais, Otros escultores son Costantín Meunier: El descargador, e Iván Mestróvic: la fuente de la vida.



El neoimpresionismo

El neoimpresionismo también es conocido con el nombre de divisionismo y puntillismo. En realidad se trata de un impresionismo radical, en cierta manera disidente, que lleva a las últimas consecuencias las teorías científicas sobre el color y la luz de Michel Eugène Chevreul. Sin embargo, sus cuadros se diferencian netamente del impresionismo clásico. Vuelve a cobrar importancia el dibujo, que se había abandonado a favor de las manchas de color. Las figuras se hacen geométricas. No se mezclan los colores ni en la paleta ni en el cuadro, sino que se aplican unos junto a otros con pinceladas muy cortas: puntos. Sólo usan los colores primarios y el ojo debe hacer la mezcla. El impresionismo se hace consciente de su técnica. Además, estaba siendo aceptado como un nuevo academicismo. Exponen en el Salón de los Independientes, rechazados por la exposición oficial.
Los puntillistas vuelven al estudio, ya que sus cuadros requieren una larga elaboración, en ocasiones muy compleja, que no se puede hace en un momento. La obra resultante suele pecar de rigidez y artificialidad. Los temas continúan siendo los típicos del impresionismo, incluso se hace más hincapié en el tiempo de ocio burgués. Como la técnica no permite la espontaneidad, el divisionismo lo practicaron pocos pintores, aunque muchos se interesaron por él.
Puntillistas
Georges Seurat (1859-1891) es quien antes plasma en una obra de arte la nueva técnica. Se caracteriza por la fragmentación de la línea en puntos de color. Sus puntos son extremadamente pequeños. Sus figuras son, básicamente, geométricas. Entre sus obras destacan Una tarde de domingo en la Grande Jatte, Un baño en Asnières y El circo, obra en la que trata de introducir movimiento, aunque resulta muy artificiosa.


Paul Signac (1863-1935) es la otra gran figura del divisionismo. Es el gran teórico del puntillismo, escribió De Delacroix al neoimpresionismo, donde expone sus ideas. En sus obras pretende potenciar al máximo la luz, el color y la armonía. La fusión óptica cromática la debe de hacer el espectador. Utiliza pigmentos y colores puros. Da mucha importancia a la composición del cuadro. Entre sus obras destacan El puerto de Saint-Tropez, Mujer ante el espejo, Muchacha empolvándose y Vista del puerto de Marsella.


Otros pintores que ejercieron este estilo fueron Charles Angrand: Pilas de heno, Henri-Edmond Cross: El puerto de Toulon, Maximilien Luce: Calle de Pont-Aven, los belgas Henri Clemens van de Velde y Theodore van Rysselberghe, y los italianos Gaetano Previati, Daniele Ranzoni y Giovanni Segantini.

EL ROMANTICISMO










Durante la época del segundo Imperio aparecen en Francia nuevas tendencias arquitectónicas, que intentan recuperar las formas clásicas y la estética medieval. Nacen, así, los historicismos, que rememoran lo antiguo, un poco, imitándolo. Esta es la época de las grandes reformas urbanísticas de París, con Georges Eugène Haussmann como principal arquitecto. Los edificios se debaten entre el neoclasicismo imperante y el gusto por lo medieval que llega de Inglaterra, formando el eclecticismo.
Francia




En Francia está la arquitectura de la nueva burguesía enriquecida durante la revolución. Es la Francia de la industria y los transportes, con el tren como principal símbolo de modernidad.
Charles Garnier (1825-1868) es el principal arquitecto de la época. Construye la Ópera de París, máximo exponente de la burguesía francesa. Garnier conjuga elementos arquitectónicos heterogéneos en los que mezcla lo fantasioso y lo opulento del gusto burgués y un medievalismo comparable al inglés en su variedad, como en la iglesia gótica de París.
Eugène Emmanuel Viollet-le-Duc (1814-1879) es uno de los arquitectos más importantes del siglo XX, sobre todo gracias a sus estudios de la arquitectura medieval. Es un gran divulgador, que escribe varios libros como el Diccionario razonado de la arquitectura francesa en la Edad Media, el Diccionario del mobiliario y otros aspectos de la arquitectura medieval o La arquitectura. Más que un constructor es un restaurador de monumentos. Restaura la catedral de Notre-Dame de París y la catedral de Reims.
Otros arquitectos franceses son Franz Chrístian Gau, más medievalista: iglesia de Santa Clotilde, y Paul Abadie: Ayuntamiento de Angulema, Santa María de la Bastida en Burdeos.







Charles Garnier





La opera de París by Charles Garnier




Inglaterra



En Inglaterra el clasicismo romántico se centra en la exaltación de la Edad Media. Los críticos John Ruskin (1819-1900), William Morris (1834-1896) y Edward Pugin (1834-1875) tienen una repercusión universal. Ellos son los tres grandes historicistas del momento, pero cada uno tiene diferentes concepciones del hombre, que se reflejan en diferentes estilos arquitectónicos. El historicismo inglés gusta de los ambientes exóticos y salvajes de espíritu romántico. Son típicos los palacetes y los kioscos en los parques ingleses. De los tres sólo Pugin construye: iglesias de San Oswald en Liverpool y San Wifredo.
Otro gran arquitecto es Charles Barry (1795-1860), que construye el Parlamento de Londres con un estilo totalmente gótico, neogótico. La arquitectura hace continuas referencias a los monumentos autóctonos en busca de una arquitectura nacional.
También son de destacar George Edmond Street: Palacio de Justicia, George Gilgert Scott, y Alfred Waterhouse.


Parlamento de Londres by Charles Barry


España


En España la búsqueda de una arquitectura nacional lleva a la tesis, en las teorías del momento, de que hay que estudiar los monumentos autóctonos diferenciadores; y encuentran en el mudéjar y el isabelino el estilo nacional, con lo que se recupera en los edificios de nueva planta; plazas de toros principalmente. Este es un estilo neomudéjar que utiliza motivos islámicos en la arquitectura, usa con profusión el ladrillo visto y los combina con la mampostería. Utiliza, también, el arco de herradura, el de medio punto, el lobulado y el apuntado, todo ello con una cierta sobriedad decorativa.
Arquitectos españoles importantes son Matías Laviña: restauración de la catedral de León, Aníbal Álvarez Bouquel, Narciso Pascual y Colomer (1808-1870): Congreso de los Diputados, palacio del marqués de Salamanca, hoy Banco Hipotecario, que tienden a lo isabelino. Más cerca del mudéjar están Emilio Rodríguez Ayuso, (1845-1891) que construye múltiples plazas de toros; Lorenzo Álvarez Capra, que hace la Virgen de la Paloma en Madrid; Juan Bautista Lázaro, que es un gran restaurador: Santa Cristina de Lena, San Miguel de la Escalada y la catedral de León; Francisco de Cubas, que construye la Almudena en Madrid y la parroquia de Santa Cruz; Joan Martorell, que hace el palacio del marqués de Comillas; y Federico Aparici: la basílica de Covadonga.
Con la Restauración, y el triunfo del absolutismo monárquico, aparece en España una arquitectura triunfalista y monumental de carácter ecléctico, que utiliza el hierro, cuyos máximos representantes son Agustín Ortiz de Villajos (1829-1902): hospital del Buen Suceso, teatros de La Comedia y María Guerrero, Eduardo Adaro: Banco de España, Banco Hispano Americano, Enrique María de Repullés: fachada cóncava de la Bolsa de Madrid, Fernando Arbós y Termanti: basílica de la Virgen de Atocha, Luis de Aladrén: fachada de la Diputación de Vizcaya, y Joaquín Rucoba: Ayuntamiento de Bilbao.
La Basílica de Covadonga by Federico Aparici

EL NEOCLASICO










El neoclasicismo es el último movimiento artístico de dimensiones universales. Afecta a todas las artes y en todo el mundo. Es un movimiento filosófico, moralizante, social e intelectual muy ligado a los ideales ilustrados y a los de la Revolución francesa de la burguesía liberal. Aunque afecta a todo el mundo, su centro es Francia, concretamente París, que se convierte en la capital del mundo artístico reemplazando a Roma.
Este movimiento se fragua en el último cuarto del siglo XVIII. El descubrimiento de Pompeya y Herculano despierta el gusto por la antigüedad clásica. Pero no es una vuelta imitativa a los modelos antiguos sino una reinterpretación de sus formas. En Francia Diderot y D’Alembert han publicado la Enciclopedia, como resultado de la compilación del saber humano sobre todos los temas. Se trata de un arte didáctico que pretende recuperar los valores de la antigüedad clásica y el Renacimiento. Francia es la primera potencia artística del momento.



En cuanto a la ARQUITECTURA tenemos diversos países en la cual tuvieron este fenómeno:

Francia
Jacques Gabriel (1698-1782) es el primer arquitecto de la época. Se debate entre el Barroco de sus inicios y el neoclasicismo de sus últimas obras, como el Petit Trianón. Gabriel es un arquitecto del Antiguo Régimen que recupera la arquitectura de estilo dórico, aunque sin basa en la columna. Otras obras suyas son: la Escuela Militar, el Ministerio de Marina y el Teatro de Versalles, demás de numerosos hoteles.
Pero los grandes teóricos del neoclasicismo fueron dos críticos de arte Johann Wínckelmann y el, también pintor, Antón Rafael Mengs, que estudian la antigüedad clásica, y propugnan el purismo y el clasicismo como virtudes del arte antiguo, y la serenidad y el equilibrio como modelo de belleza.
Como lo hiciera el barroco, el nuevo estilo sirve de propaganda tanto para el Antiguo Régimen como para los Estados liberales. Aparecen en todas las capitales arcos de triunfo y puertas conmemorativas. El Estado es el impulsor del nuevo arte. Napoleón alienta el primer gran neoclasicismo, dando un carácter monumental a unos edificios que paga el Estado.
Jacques-Germain Soufflot (1713-1780) es el primer gran arquitecto plenamente neoclásico. Construye el Panteón en París. Los edificios recuerdan a los templos clásicos como el Partenón, aunque son más grandes y no tienen acceso por todas partes. Son edificios de uso público, de nueva planta, que se dedican a la Administración del Estado o al ocio de la burguesía, como los casinos y teatros. Otra obra suya es la iglesia de Santa Génova.
Algunos arquitectos continúan con ciertos convencionalismos barrocos, como Víctor Luis, que siendo neoclásico tiende a utilizar elementos barrocos, como en la Comedia de Burdeos o Lyon, y Pierre Vignón en La Madeleine.
Charles Percier (1764-1838) y Pierre Fontaine (1762-1853) son los arquitectos oficiales de Napoleón. En realidad son más decoradores de interiores que arquitectos. Son los creadores del estilo imperio, caracterizado por los muebles macizos, la decoración geométrica y la profusión de curvas. En 1812 publican un Manual de decoración de interiores, en los que recogen cómo se realiza su arte. Desde entonces, el más alto arte está al alcance de cualquiera, y tiene gran difusión.






Italia
En Italia nunca se había perdido el gusto por las fórmulas clásicas, no en vano es el país donde más presente están los edificios clásicos, y es la cuna del Renacimiento.
Giovanni Battista Piranesi (1720-1778) es, probablemente, el arquitecto italiano de mayor prestigio. Conoce la obra de Vitrubio y Palladio, los grandes arquitectos de la Antigüedad y el Renacimiento, respectivamente. Aboga por las grandes escenografías interiores. La amplitud del espacio interior es lo que caracteriza su obra.
Giuseppe Valadier (1762-1839) es otro de los grandes arquitectos del momento. Pudo realizar algunas obras en Roma, lo cual era muy difícil, como la Casa del Pueblo.
Existió, también, una escuela lombarda en la que Giovanni Antonio Antolini era el arquitecto más representativo. Su arquitectura es utópica, severa y moralizante. Como buen neoclásico que era, para Antolini la belleza tiene por fundamento la necesidad, todo lo necesario es bello. Su obra más importante es el foro de Milán.

Este es el arquitecto Giovanni Battista Piranesi


Otros países
La arquitectura neoclásica se extiende por todo el mundo. En Inglaterra y Estados Unidos trabajan William Chambers, Robert Adam, George Dance, John Soane, John Nash, James Hoban que hace la Casa Blanca, Thomas Ustick Waltery Benjamin Latrobe, que hace el Capitolio. Sus principales obras consisten en casas de campo y restauraciones.




Rusia
En Rusia los arquitectos están al servicio del Estado de los zares, con obras como las de San Petersburgo y Moscú. Destacan Bartolomeo Francesco Rastrelli: palacio de Petrov, Palacio de Invierno, en San Petersburgo, Andréi Dimitróvich Sajarov: edificio del Almirantazgo en San Petersburgo, y Matvei Kazárov: el Senado en Moscú, Teatro Bolshoi.


Palacio de invierno de San Petersburgo

Alemania
En Alemania los arquitectos estaban al servicio del emperador prusiano, que muestran su poder. Destacan Karl Gotthard Langhans: la puerta de Brandenburgo, Karl Friendrich Schinkel: palacio imperial de Berlín, y Leo von Klenze.
España
En España no faltan tampoco los edificios de gusto neoclásico. Cada ciudad tiene alguno. Se construyeron en los reales sitios a imitación de los franceses.
El arquitecto más reconocido es Francisco Sabatini (1722-1797), que trabaja para Carlos III y realiza obras como la puerta de Alcalá. Juan de Villanueva (1739-1811) construirá la fachada del palacio del Pardo y la puerta del Jardín Botánico. Silvestre Pérez (1767-1825) también trabaja en Madrid

Esta es la pueta de alcalá, realizado por el español Francisco Sabatini.